Decir que Jorge Díaz es un gran escritor, que lo es, no sería hacerle justicia y además es una obviedad anodina y perezosa. Jorge es un artesano de las letras, un tejedor de sueños en forma de novelas, u y un arquitecto de personajes que germinan en su imaginación y acaban por conquistar la tuya.
Pero por si esto fuera poco es periodista y guionista de algunas de las series de televisión más importantes y profesor de guiones para varios centros formativos. Y esta última faceta, la de guionista, es la que queda muy presente en sus novelas más conocidas.
Guionista de series míticas como Hospital Central, galardonada con multitud de premios, entre ellos el TP de oro y el Ondas a la mejor serie nacional. Pero lo es también de otras muchas como “Víctor Ros”, “El don de Alba” o la más reciente “Acacias 38”.Ha sido director de programas como El Club de los Listillos o La Noche Prohibida.
Ahora ha saltado a la fama por ser uno de los tres autores que se escondían detrás del seudónimo de Carmen Mola, ganadores de un merecido premio Planeta con la obra “La bestia” para escarnio de la caterva de feministas trasnochadas y radicales que se han dedicado a derrochar insultos a través de la redes sociales o a la absurda tarea de eliminar la obra de sus librerías, como si la cultura y el talento fueran patrimonio de un género, que no de un sexo.
Pero vayamos por partes. Jorge Díaz nació en Alicante un día de agosto del año 62. Parte de su adolescencia transcurre en Portugal, país que adora, pero regresa a Madrid para licenciarse en Periodismo por la Universidad Complutense.
Los guiones le dan de comer, y por cierto bastante bien, pero escribir novelas es su pasión. Así que decide en un momento de su vida tomarse un año sabático e irse a Brasil, país que ya conocía pues allí vivió con sus padres. En este viaje además de perfeccionar el idioma, se trae bajo el brazo la que sería su segunda novela, a mi juicio magistral, “La justicia de los errantes”. En ella nos deleita con los devenires de dos ilustres anarquistas españoles, Durruti y Ascaso. Jorge suele decir que él no es anarquista, pero que a raíz del año y medio en el que tuvo que documentarse para esta novela, han acabado por caerles bien.
Su primera novela, ”Los números del elefante” nos habla de la emigración española durante los años 50, una novela histórica y costumbrista preñada de melancolía que nos lleva de la mano desde la miseria de la posguerra española hasta Brasil, lugar que conoce muy bien nuestro invitado y en el que sitúa esta magnífica historia.
Luego vendrían sus bestsellers más conocidos; “Cartas a palacio” una novela que nos descubrió a la mayoría el desconocido e insólito organismo de la oficina Pro.-cautivos puesta en marcha por Alfonso XIII cuyo fin era obtener información sobre la situación en la que se encontraban militares o civiles en zonas de guerra.
El organismo fue fundado por el monarca y costeado íntegramente a través de su patrimonio personal.
Y después vendría la novela “Tengo en mí todos los sueños del mundo”, ambientada en el mismo periodo histórico por el que Jorge siente una querencia fascinante. En esta ocasión escoge el hundimiento de uno de los mayores buques transatlánticos españoles, el Príncipe de Asturias, que aun estando dotado de todos los adelantos técnicos para su época, no pudo evitar que 445 almas acabaran en el fondo del océano.
No os dejéis engañar por su aspecto de chico serio ni su metro noventa. Jorge es divertido, cercano, amable, con un gran sentido del humor y un punto provocador que le proporciona un barniz encantador. De esos tipos interesantes con los que te sientas a conversar delante de un buen menú y sabes que las horas van a parecer minutos, que la sobremesa te pillará con la noche cayendo y además, por el mismo precio, te vas a llevar una clase magistral y libre de impuestos.
No en vano, hace unos años le elegí para que escribiera el prólogo de mi segundo libro, ya por entonces le insistía en que algún día él estaría ahí recogiendo el Premio Planeta. No me hacía ni caso, claro. Para él mi comentario era el de una amiga, ciega admiradora de su obra y, por ende, sin criterio alguno. El tiempo ha demostrado que mi juicio era certero y que mi admiración nunca tuvo visos de rozar, ni siquiera, el paroxismo.
Cuando vi su foto en todos los medios al día siguiente de entregar los premios, me invadió una mixtura de sentimientos: orgullo, admiración, asombro, felicidad y…cierto enojo por no haberme contado en qué jardín estaba metido en los últimos años. Está claro que, además de un magnífico escritor, Jorge ha resultado ser un perfecto mentiroso.
Al decirle- pero Jorge, cómo no me habías dicho nada…él me contestó:- No lo sabía ni mi madre. Frase lapidaria y difícilmente impugnable con la que zanjamos el tema y nos reímos a carcajadas-
Os dejo ya con el planetario Jorge Díaz.
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