Charlamos de su trabajo como ejecutivo -no agresivo-, de sus gustos, de su familia y de su faceta de político; una actividad en la que un espíritu liberal y abierto como él, casa mal con los mecanismos controladores de los propios partidos. Fueron casi tres horas de charla distendida, en las que nos iluminó con historias de sus trabajos, de su actividad… y hasta se definió, cuando le preguntamos sobre sus gustos musicales, como horterólogo: “me gustan las malas canciones”, nos dijo. Y ya terminado el almuerzo, en esos corrillos que se organizan de modo informal, nos aseguró que era un hombre muy tímido, pero se había sentido muy a gusto con nuestras preguntas y conversaciones. Lo dicho: un modelo a seguir y una trayectoria atípica en el panorama español. Esperemos que vuelva en próximas temporadas.

José Ramón Pardo